Otro de los nombres asociados a la infancia que me marcaron, es el de Irene Villa. Iba a decir rostros que me marcaron, pero no fue hasta unos años después que su cara salió a la luz. No hace falta que cuente su historia... una chica joven, en plena flor de la vida... con las piernas amputadas por culpa de la maldita serpiente malnacida de siempre, por esa piara de terroristas malnacidos que no se plantean la guerra como hacer dos trincheras y que gane el que pegue más tiros, sino como poner bombas por donde pasa gente que no tiene la culpa de nada, y cobardemente, accionan un detonador...
La inmundicia y cobardía moral del crimen cometido con esta chica, le añade un extraordinario valor a su actitud frente a la vida. Molde de optimismo, fuente de fuerza, espejo de esperanza donde uno querría poder mirarse cuando la vida se le tuerce y no sabe cómo actuar.
Dentro, muy dentro me llegó la primera vez que la vi en la televisión, hablando sonriendo, segura de sí misma, sin titubear, victoriosa pese a todo. Su victoria no es la de las armas, su victoria es la del tesón, la de la constancia, la del saber aprovechar lo que se tiene en cada momento de la vida. Cuando tenía las dos piernas seguro que le sacó lo mejor a la vida, y después de perderlas, siguió siendo capaz de sacarle lo mejor, pese a sus nuevas e impuestas limitaciones.
Creo que la profesión que mejor hubiera desempeñado Irene Villa es la de profesora. Una persona así debería estar en un colegio, por no decir una universidad, enseñando coraje, fuerza, iniciativa y valentía. Hacen falta gente como ella que, frente a los desidiados profesores imperantes, eduquen a la gente a luchar, la animen a moverse hacia delante, a cambiar el mundo, a huir del inmovilismo al que nos empuja los múltiples problemas de la estúpida sociedad que hay montada.
Finalmente, escogió ser periodista, ha escrito libros, y seguro que es una gran profesional. Pero insisto, creo que hubiera sido la profesora perfecta.
Gracias por ser tan fuerte y por servirnos de ejemplo sobre cómo no tener miedo. En el fondo, aunque no tenga el título, ya ha ejercido de profesora...
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