Me encuentro en el diario de córdoba este escrito pronuclear:
29/01/2010 SANTIAGO Navajas
No deja de ser paradójico que los ecologistas de guardia procesionen en contra de los reactores nucleares portando como símbolo al mayor reactor nuclear en doscientos millones de kilómetros a la redonda: el sol. Las reacciones termonucleares que allí acontecen modulan la vida de nuestro planeta, desde la fotosíntesis hasta los cambios climáticos. Y llegará el día en que, convertido en una gigante roja, se trague a Mercurio, Venus y, ay, nuestro planeta azul, que para entonces estará más seco que la mojama. Estimado lector, es infinitamente más probable, Fermi no lo quiera, que usted muera de un cáncer provocado por la radiación solar que por la radiactividad de un almacén o central nuclear.
Los ecologistas han sustituido a los sacerdotes de antaño en la labor de propagar miedos irracionales, inventándose catástrofes apocalípticas (aunque un mes profetizan que moriremos de un calor tórrido y al siguiente pronostican, siempre con barbas y gesto de profeta justiciero bíblico, que volveremos a la Edad de Hielo). Hemos visto cómo han falseado los datos del cambio climático para generar alarmismo, vulneran la ley creyéndose inmunes e impunes (aunque con la Justicia danesa han topado) y, en definitiva, usan torticeramente la ciencia para propagar el irracionalismo tecnofóbico. Recientemente, Wade Allison, profesor de Física en Oxford, y John Mueller, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Ohio, han denunciado la propagación de la cultura del miedo asociada al alarmismo sobre la radiactividad en dos libros basados en hechos, no en babosas ideologías: Radiation and Reason y Atomic Obsession .
Viví unos años en Peñarroya, cerca del Almacén de Residuos de Baja y Media Radiactividad de El Cabril, que visité en varias ocasiones. Un lugar que complementa perfectamente la pureza de las líneas rectas ingenieriles con la cadencia fractal de los árboles y las montañas que la rodean bajo un aire limpísimo. En la zona corrían rumores sobre "extrañas" enfermedades, rumores que eran desmentidos rutinariamente por informes estadísticos que chocaban contra la tendencia al mito de los aficionados a las leyendas urbanas y a las supersticiones de barra de bar. Al almacén, estos enemigos del pensamiento lo llaman con metáfora manida y torticera "cementerio"...
Otra paradoja: nadie quiere la energía nuclear cerca, todo el mundo protesta por lo cara que está la energía. Pero muy pocos, ni siquiera los sacerdotes del ecologismo --que lo han reducido a una secta-- o los profesionales del mismo --que, como Al Gore y sus acólitos, se forran--, están dispuestos a renunciar al aire acondicionado por el abanico, el coche por la bicicleta o la vitrocerámica por la fogata. Mientras, un errático Zapatero condiciona la política energética del país a un sectarismo ideológico trasnochado y obsoleto que ha apostado irresponsablemente por la energía fotovoltaica, con un coste prohibitivo a cargo del sufrido contribuyente y un saldo neto medioambiental negativo ya que las células fotovoltaicas exigen la extracción de silicio en China, una actividad intensiva en uso del carbón.
Tercera paradoja: si no fuera por las diversas sectas ecologistas que proliferan --y que, como todas, de la Iglesia Católica a la Masonería, están constituidas por un cúmulo de dogmas, supersticiones y ritos--, yo también me reclamaría ecologista. Pero en semejante compañía hoy día me daría vergüenza.
Como no me permite contestar el artículo con un comentario, contesto en mi blog:
No deja de ser paradójico que quien se proclama profesor de filosofía, amalgame en un escrito tamaña sucesión de falacias. El texto perpetrado por este señor (por decir algo) define las actitudes de lucha y verdadero debate de los ecologistas con palabras como “procesionar”, comparándolo con la Masonería, e insinúa que quienes están en contra de la nuclear son una secta o, como mínimo, mantienen la misma actitud de dogmas incuestionables y ritos achacables a éstas.
Enlaza esta falacia con el manido lema de “hay que reabrir el debate nuclear”, cuando fueron precisamente los ecologistas quienes abrieron el debate nuclear. Antes de que éstos lo abrieran, no hubo tal debate pues las eléctricas, con la complicidad de los Estados y su autoasignado uso exclusivo de la violencia, impusieron a decreto, golpe y porra la construcción de bombas atómicas latentes. No fue sin lucha que se consiguió abrir el debate nuclear y que, gracias a ese debate, se puso en duda el dogma de que las centrales nucleares eran seguras y que era necesario paralizar la construcción de más centrales. Rotura de dogma que fue confirmado, dicho sea de paso, por el hecho de que la central nuclear de Chernobil explotó. Pero ese es un tema que no les gusta sacar cuando “abren el debate”. De hecho, suelta como quien no quiere la cosa la frase, refiriéndose al debate nuclear, de “inventándose catástrofes apocalípticas”, cuando lo de Chernobil no tuvo nada de invención, aunque sí de apocalíptico.
Compara este individuo las reacciones del sol con las de las centrales nucleares… Olvida este señor (quizá intencionadamente), que las reacciones del sol ocurren a 150 millones de kilómetros, y que entre ellas y nosotros media la magnetosfera y la atmósfera terrestres (con sus distintas capas, especialmente la de ozono) que nos protegen de los efectos de la radiación solar. La naturaleza (que no Dios) nos ha regalado los instrumentos para ponernos a salvo de las terriblemente destructivas radiaciones, y al construir una central sobre la superficie de la tierra despreciamos con desdén y superioridad esa generosa protección. No son comparables Vandellós y el sol, y al compararlas insinúa que el hombre puede llegar a ser Dios, cuyo papel pretende asignar esta persona al ser humano. Es evidente que este redactor no es creyente, pero tampoco es ateo. El creyente cree en Dios. El ateo niega su existencia. Él piensa que el hombre es Dios y puede reconstruir la naturaleza a su antojo sin pagar un precio. Juega por lo tanto a ser Dios… y esto sí que es paradójico, que quien acusa a los demás de ser una secta y funcionar con dogmas, pretenda que el ser humano sea capaz de reconstruir el sol sobre la tierra, nuestra única morada. Quizá quiere que adoremos la nuclear y le hagamos ofrendas. Quizá no tienen bastante con el coste de la moratoria nuclear, o con el coste de gestión de los residuos (que lo pagamos entre todos), y demandan más ofrendas, como las antiguas religiones.
No por no querer jugar a ser Dios, somos los ecologistas tecnofóbicos, más bien al contrario. Nos apasiona la tecnología y la usamos para sacar riqueza de la naturaleza, pero sin esquilmarla ni jugar a ser dioses, papel que en ningún caso nos corresponde, y en esto están de acuerdo tanto ecologistas ateos como creyentes. Preferimos entrar en simbiosis con la naturaleza, no dominarla. Aerogeneradores que se funden con el territorio y que constituyen un paisaje animado, placas fotovoltaicas que permiten paliar la despoblación rural, llevando ese bien básico que es la electricidad a zonas poco habitadas a un coste mínimo en comparación al tendido de redes.
Podría seguir diseccionando sus falacias, sobre el silicio que viene de China (cuando, al contrario que el uranio, también lo tenemos en España), sus insinuaciones de que la nuclear abarata el coste de la energía y las renovables lo encarecen cuando es al revés (el viento es gratis, el uranio ruso de Vladimir Putin, no) y otras, pero creo que no es necesario, porque afortunadamente, la partida la vais teniendo perdida. El talonario no os va a conceder la victoria.
No-estimado señor, no sé que me molesta más de Ud. Que diga tantas falacias a favor de la nuclear y en contra de las renovables, o que se proclame profesor de filosofía (que igual hasta lo es y todo, conociendo el país que tenemos). Se define la filosofía como el “Amor al saber”, y es una disciplina que pretende enseñar a las personas a pensar por sí mismas, a analizar los hechos con objetividad y desapasionadamente, pero sin perder la componente humana. Estudiar filosofía me ayudó a aprender a pensar por mi mismo. Presunto filósofo: Sepa que con sus desordenadas y falaces frases, desprestigia a la filosofía, la abuela de todas las ciencias, pues aparte de demostrar que no tiene ninguna ética, esa otra componente de la filosofía, no realiza ningún razonamiento, sino tan sólo se limita a hacer afirmaciones rotundas sin respaldo argumental. Me recuerda a “Los compadres”. “La nuclear es segura y barata. Eso es así. Y punto”.
Menos mal que usted es profesor de filosofía. Si llega a ser banquero tendríamos una crisis peor de la que tenemos. El precio a pagar es tener que leer cosas como las que ha escupido. Dios aprieta pero no ahoga. Aunque no exista.
viernes, 5 de febrero de 2010
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