Este blog es para el desahogo de un ciudadano que está cansado de que nos cuelen tantos engaños a casi todo el mundo. El único consuelo que me queda por ejercer es el de decir en voz alta "A MI NO ME ENGAÑAN".




Ya está disponible el ensayo
"Las Falacias que nos rodean", de distribución libre y gratuita.

miércoles, 20 de marzo de 2019

Una breve reseña de la charla de Perez Reverte en el ABC.



Ayer 19 de marzo de 2019, fui a la charla debate entre Perez Reverte e Ignacio Camacho en el ABC de Sevilla. fui con la intención de simplemente escucharlos, nunca lo había oído en directo, solo leído, y tenía curiosidad por escucharlo hablar. El caso es que fui "sin aparejos", y cuando llevaba cinco minutos escuchándolo, me estaba arrepintiendo de no haberme llevado el bloc de notas para hacer una crónica. Así que no voy a hacerla. Podría decir muchas cosas de memoria, pero estarían desordenadas, y se perdería fidelidad, pienso. Sin embargo, sí quiero hacer algunos apuntes sueltos.

1) Fue muy critico con toda la clase española en general. No se libró nadie, lo que incluye a la derecha en su conjunto. Tiene su mérito, teniendo en cuenta que en la tribuna de invitados VIP estaban el juez Serrano de Vox, y el candidato del PP a la alcaldía de Sevilla. También criticó a Zapatero, claro. Pero es quiero hacer el anterior apunte, porque habrá quien diga que "Reverte criticó a Zapatero, luego... [conclusión falaz]".

2) Dijo una cosa que hace tiempo vengo pensado, y es que en el tema de los símbolos nacionales, la izquierda fue tonta al cedérselos a la derecha, que los ha tomado como símbolos propios, y excluyendo del concepto de patriota a quien no se de derechas. Con esta idea estoy casi de acuerdo, y me explico. Asiento totalmente a esta reflexion en lo que se refiere a las izquierdas y derechas del 36. Sin embargo, en referencia al momento actual, la supuesta izquierda (me refiero a los dirigentes) no actúan así porque sean tontos, sino diría que lo hacen a propósito para mantener la división al respecto, y me pregunto si lo hacen de acuerdo con la derecha. No puedo evitar imaginar una reunión entre Rajoy e Iglesias en una sauna, riéndose, y llegando a acuerdos como mínimo perjudiciales para España.

3) Habló de que uno de los problemas de España es que nunca ha habido guillotinas, en el sentido de que no ha habido corte radical con una época, para hacer un cambio.

Y ahora quiero añadir una reflexión de origen personal, muy relacionada con los puntos 2 y 3. Con el movimiento 15M pasó algo parecido, pero de manera simétrica. El 15M nació como un movimiento apolítico que buscaba la regeneración de la vida política española, la recuperación de la soberanía nacional que el capital nos ha arrebatado, y eso no es algo de izquierdas, es algo de personas normales, que se sientan patriotas. ¿Le puede gustar a un patriota que la constitución española sea modificada a requerimiento de bancos alemanes? No. Pues el 15M iba de eso. Digo que sucedió algo parecido a lo de los símbolos nacionales pero en simétrico, en el sentido de que en esa ocasión, fue la derecha la que abominó rápidamente del 15M, escupió sobre él y lo maldijo como una maniobra de la izquierda, y ésta se la apropió. el 15M se escoró a la izquierda, y eso fue una de las causas de su paulatino apagamiento.

Así pues, con el 15M sucedió que un ala política (la derecha), lo repudia, se apropia de él la otra ala (la izquierda), y la consecuencia es que no fue posible un cambio radical, de guillotina (en el sentido figurado que decía Reverte)


Entienda que cuando hablo de izquierda, lo hago en el sentido de los partidos que se autoasignan la etiqueta, porque soy de los que piensan que en este momento no existe autentica izquierda en España. Y esto me recuerda un momento de la tertulia que me hizo gracia, que fue cuando comentó una anécdota con unos comunistas italianos. Se refirió a ellos como "comunistas de verdad, no como..." y tras un breve pero elocuente silencio-titubeo, no terminó la comparación, y siguió hablando de los comunistas italianos. No puedo evitar pensar que estaba pensando en los dirigentes de Podemos, pero al final los omitió, porque desde luego, comunistas no son. Son otra cosa, ya hasta el calificativo de progres les queda grande.

jueves, 14 de marzo de 2019

Sobre la liberalización del Taxi y Uber. Un intento de análisis.


 

INTRODUCCION.



Quizá llegue tarde porque a estas alturas ya se ha escrito mucho sobre Uber y sobre el taxi. Sin embargo, me he animado a poner esto por escrito porque, quienes me han escuchado argumentar, dicen algo parecido a “no tengo claro si estás a favor de los taxistas o de Uber”.

Lo que va a leer no es un posicionamiento defendiendo uno de los dos bandos. Esto es un escrito defendiendo la lógica, la justicia, y la igualdad de normas para todos. Eso implicará en unos casos defender una cosa, en otros otra, pero siempre tratando de ser coherente. Y es que yo estoy abierto a muchos conjuntos de ideas, siempre que sean coherentes. No soporto la incoherencia ni las contradicciones. Y en todo este “debate” que ha surgido en torno al taxi y a las VTC hay una maraña de contradicciones y conceptos que están creados para crear confusión. Tengo que reconocer que me ha costado crear un hilo conductor que permita seguir con facilidad y linealidad la verdadera lógica de los conceptos, y las falacias creadas en el momento, y dudo de si lo he conseguido.

Cuando hablo de Uber, entiéndase que hablo de Uber y Cabify. Lo hago así para hacer más ágil el texto.

No quiero comenzar sin antes hacer constar que algunas de las ideas que aquí se vierten han surgido en conversaciones con Francisco Macías Benigno.

ACLARANDO CONCEPTOS


 

LOS TAXIS, LAS VTC Y UBER.


El taxi y el VTC son dos cosas distintas, esto es fundamental aclararlo. Tienen elementos en común pero son dis-tin-tos. También una zapatería y una farmacia tienen elementos en común. Tienen escaparates, cajas registradoras, licencia de apertura, iluminación en el local, y a ambas se les exige que tengan una higiene mínima, pudiendo ser cerradas si una infestación de cucarachas correteara alegremente por entre sus clientes. Pero una zapatería no puede vender antibióticos, aunque tenga escaparates como una farmacia, y puedan tener música de fondo, como una farmacia. No estoy diciendo que las zapaterías sean ilegales. Pueden ejercer su actividad, pero eso. SU actividad, no la de farmacia.

Al Taxi y las VTC les sucede algo parecido. Tienen cosas en común, pero son cosas distintas. Ambas desplazan personas, en coches con ruedas. Los coches son conducidos por personas, y sus conductores suelen tener dos ojos y cinco dedos en cada mano. En un coche VTC y un taxi puede haber una radio de fondo. No se puede negar que tienen cosas en común. Pero no son lo mismo.

El servicio de taxi es un servicio que consiste en que cualquier persona pueda montarse en un taxi, por el motivo que sea, en el momento que sea, donde sea, y sin previo aviso. Si a Pepe le llaman para hacer sobre la marcha una entrevista de trabajo de una empresa en la que entregó el CV cinco días antes, y no tiene coche pues se le averió el día anterior, puede llamar a un taxi y montarse en él, antes de colgar la llamada en el que le hacen la propuesta para la entrevista. Sobre la marcha. No necesita avisar diez días antes a Teletaxi y decirles “oye, que dentro de diez días me van a llamar para una entrevista de trabajo en una empresa para la que aún no he entregado el CV, así que venid a recogerme porque dentro de ocho días se me estropeará el coche y no podré ir en él”. No es necesario que haga ese ejercicio de adivinación porque está usando un taxi, y es algo que se puede solicitar donde y cuando se quiera.

El VTC es el alquiler de vehículo con conductor. Y es algo que implica cierta planificación. Si estás organizando una gala cinematográfica, puedes contratar tres meses antes a seis VTC para que vayan al aeropuerto a recoger a los actores y productores invitados. O si te vas a casar en una iglesia del centro, queda poco elegante ir en taxi. Mejor ir en un cochazo, con su conductor. Si te casas tal dia de tal mes del año que viene, pues reservas tu VTC para ese día.

Taxi y VTC son conceptos ambos legales, pero distintos. Quien diga que las VTC son ilegales, miente. Quien diga que las VTC pueden hacer de taxistas, también miente. Por lo tanto, los dos “bandos” tienen ya la primera en la frente, y los periódicos, en general, no han ayudado de deshacer el entuerto. Pero sigamos.

¿Cómo se accede a alguno de esos sectores?

De manera muy resumida, ambos servicios requieren, para su ejercicio, de la adquisición de una licencia, y de tener un vehículo que cumpla unos requisitos técnicos. Las licencias de los taxis las conceden los ayuntamientos, y para ello hay que desembolsar cantidades que suelen ser, o solían ser, elevadas. Estamos hablando del entorno de los 100.000 euros. Las de las VTC, las conceden las Comunidades Autónomas, y el precio que hay que abonar es mucho más reducido (en torno a 50 euros). En ambos casos se pueden revender, y así está previsto en la ley del Transporte.

El número de licencias, en el caso del taxi, están limitadas en cada ciudad. Es por eso que, todo aquel que quería ejercer el servicio de taxi, debía adquirir una licencia a otro que ya tuviese una, o bien esperar a que el ayuntamiento decidiera ampliar el número de licencias de taxi. En ambos casos el precio era muy elevado, dado que es una concesión que tiene mucha demanda y poca oferta.

Con la VTC no existía ese problema, el coste de acceso a la licencia para operar era una cantidad pequeña. Si bien era posible acudir a la reventa, no tenía sentido, pues el coste de adquisición de una a la CC.AA era pequeño. Además, las VTC, hasta no hace mucho, no tuvieron limitación en su número. Sin embargo, desde hace pocos meses, las CC.AA dejaron de concederlas. En ese momento, sucedió que las únicas licencias disponibles eran las ya emitidas, y dejó de haber la posibilidad de ampliar el número. Entonces lo que sucedió es que los precios de las VTC en las reventas se dispararon. Lo que algunos compraron por 40 euros, empezaron a revenderlo por 60.000. Negocio redondo.

Una importante diferencia entre taxi y VTC es que los taxistas tienen ciertos privilegios, pero también obligaciones. Es lo que sucede en los monopolios regulados. Por ejemplo, el sector del taxi (entendido como conjunto), está obligado a mantener unos servicios mínimos. Si te llama tu hermana porque tiene un ataque de nervios tras haber estado a punto de atragantarse con las uvas en nochevieja, puedes llamar a los servicios mínimos del taxi y te llevarán a casa de tu hermana. Si no se cumple ese servicio mínimo, están cometiendo un delito, y si tienes pruebas, puedes denunciar. A cambio de esa obligación de mantener a un taxista operativo en nochevieja, tienen el privilegio de que nadie puede competir con ellos.

Por el contrario, si te enteras que tu cantante favorito va a llegar al aeropuerto de tu ciudad a determinada hora de dentro de diez días, puedes intentar contratar un VTC con antelación para que te lleve al aeropuerto ese día, pero podría suceder que ninguna empresa de VTC atendiera tu solicitud, y ningún coche VTC te llevara al aeropuerto. Las empresas VTC no estarían cometiendo un delito. Aunque tuvieras pruebas de ello, en el juzgado eso no se admitiría a trámite pues no existe obligación de atender servicios por parte de las VTC. Y es que las VTC, por su carácter de necesidad planificada, no pueden recibir el calificativo de urgencia.

Finalmente, Uber es una empresa que posee una App que permite poner en contacto a un cliente que desea un servicio de transporte, con un conductor que conduce un coche habilitado para ejercer de VTC. El servicio lo presta un conductor con una licencia VTC que le cede Uber, y es Uber quien le comunica la información de los clientes que debe recoger.

EL MEOLLO DEL CONFLICTO


 El conflicto surge porque, al parecer, en múltiples ocasiones los clientes acuden a Uber para que conductores de VTC hagan servicio de taxi. Es decir, para que de manera improvisada y sin previo aviso, te lleven a determinado sitio. En el centro de todo esto está la necesidad de definir mejor la diferencia entre taxi y VTC a efectos legales. ¿Qué es un servicio inmediato y qué uno planificado? ¿El que se pide con cinco minutos antes es planificado? ¿El que se pide dos días antes? Al parecer eso no estaba suficientemente regulado, y tras los recientes conflictos, se ha establecido un tiempo que ronda el cuarto de hora. A Uber no le parece suficiente, amenaza con irse (pese a que ha venido aquí para quedarse), y hace campaña pidiendo liberalizar el monopolio del taxi. Y surge entonces la necesidad de explicar nuevos conceptos.
 

MONOPOLIOS


Un monopolio es un sector de la economía que es ejercido por un agente económico, o una serie de agentes que actúan de manera común, y contra los que nadie puede competir.

El carácter de monopolio puede venir dado de varias maneras. Las opciones que se estudian clásicamente son estas dos.

·         Monopolio regulado. En este caso, podría haber empresas compitiendo, pero por ley, el Estado le otorga el monopolio a un solo agente. A modo de ejemplo se pueden citar el taxi y las distribuidoras de electricidad. Hasta tal punto es regulado el segundo, que en el BOE se publican las empresas que pueden ejercer como distribuidoras, y sólo ésas pueden hacerlo. En el pasado, hubo monopolios que hoy día ya no lo son, como la distribución de carburantes, o la telefonía.

·         Monopolio natural. Sin que sea necesario que una ley otorgue el monopolio, un agente se erige como tal de manera “natural”. En los monopolios naturales, es posible que éstos no controlen la totalidad del sector, pero sí un porcentaje tan elevado que las alternativas son testimoniales. Puede suceder por varios factores. Sucede en sectores donde la inversión es tan elevada, que sólo un agente económico puede hacerlo. Es el caso de la fabricación de aviones de pasajeros. Sólo hay uno en Europa. También si se precisa una tecnología tan compleja, que sólo una empresa ha sido capaz de desarrollarla. Fue lo que le pasó durante un tiempo a General Electric con las bombillas. Ambos factores se suelen entrelazar, como por ejemplo el caso de Intel en la fabricación de procesadores. Un tipo específico dentro de los monopolios naturales, es lo que llamo el monopolio espermatozoide. Es algo característico de la era digital, de internet. Es un fenómeno que consiste en que el monopolio lo alcanza quien primero desarrolla el producto. La interconectividad hace que la masa crítica de usuarios crezca a tal velocidad, que nadie que llegue después pueda arrebatarle el primer puesto, pues cuenta mucho más alcanzar el número de usuarios ya existentes, que la calidad del producto. Se pueden mencionar como ejemplos Whatsapp y Youtube. Las aplicaciones que se usan son las que son, porque fueron las primeras en desarrollarse en el ámbito de sus funcionalidades, pero no porque sean las mejores. Ninguna de las que ha llegado después ha conseguido arrebatarle el primer puesto.

Personalmente, me he permitido añadir otro tipo de monopolio, de mi cosecha:

·         Monopolio encubierto. Es lo que ocurre cuando, teóricamente, el sector está liberalizado, pero los requisitos para acceder son tan complejos por motivos normativos, que se convierte de facto en monopolio. Es lo que sucede en la banca española. Ninguna ley dice que los bancos sean un monopolio otorgado a determinados bancos. Teóricamente, cualquier “emprendedor” podría tratar de montar su propio banco. Pero si lo intenta, podrá comprobar que la dificultad normativa y las exigencias ocultas lo hacen imposible, así como la cantidad de dinero necesaria. ¿No se han dado cuenta de que el único sector en el que China no tiene presencia en España es la banca? ¿Alguien cree que lo que no ha sido capaz de conseguir el Fondo de Inversión Estatal Chino, puede conseguirlo un emprendedor español que esté firmemente convencido de que el universo conspira en su favor?

  

A su vez, un monopolio puede ser distribuido. Es el caso, y voy adelantando algo, del sector del taxi. Nadie puede competir con el sector del taxi en su conjunto, aunque haya muchos taxistas. Es un monopolio con sus reglas, y todos los taxistas deben seguirla. Tarifas, horarios... Si voy a una parada a coger un taxi, debo coger el primero que está libre. No tengo la opción de elegir. No puedo montarme en el taxi de detrás porque me ofrezca un descuento. Entre otras cosas porque tiene prohibido ofrecer descuento, pues en el sector del taxi los precios están regulados.

Normalmente, entre las opciones de liberalizar y ejercer un monopolio, suele haber muchos grados intermedios. Si hay una única empresa de telefonía, eso es un monopolio indiscutible. Si hay tres bancos, estrictamente no es un monopolio, sino un oligopolio pero sus clientes, millones de ciudadanos, están indefensos. Si hay quince operadores telefónicos, ahí quizá si pueda haber algo de competencia. Si hay tres millones de desempleados que están dispuestos a hacer envíos de paquete en bici por el importe de un bocata, ahí hay una competencia indiscutible y feroz y la liberalización es absoluta. Su único cliente, la App que gestiona esas carreras en bici, tiene donde elegir en medio de tan amplia competencia entre riders.

En cualquier caso, quienes dicen que el taxi es un monopolio tienen razón, pero quizá no lo tengan cuando de ahí sacan algunas conclusiones extrañas e incoherentes.

Por favor sigan leyendo.

 

LEGAL / ILEGAL


A continuación vamos a explicar la diferencia entre una actividad legal y otra ilegal. Esto no debería requerir ninguna aclaración, pero el nivel de intoxicación informativa en los medios españoles es tan penoso, que sí que se hace necesario. Así que aclararé que una actividad legal es aquella que se puede hacer de acuerdo a la normativa, y la ilegal es la que no se puede hacer o está prohibida. Por ejemplo nadie, absolutamente nadie puede, legalmente, coger en un descuido del cajero un fajo de billetes del supermercado, y salir corriendo. Eso es delito. Por el contrario, es legal respirar (de momento). Está permitido. Todos pueden respirar sin que eso sea delito, y no se exige ningún requisito legal previo.

Esto es matizable, puesto que “lo que se puede hacer”, a veces sólo pueden hacerlo unos, y otros no, es decir, hay otras actividades que son legales, pero sólo para determinadas personas. Es legal conducir un coche, pero eso no puede hacerlo todo el mundo. Se necesita el carné de conducir. Y es legal extraer muelas, pero eso sólo puede hacerlo un dentista, no puede hacerlo un fontanero, aunque tanto el dentista como el fontanero usen un foco de luz para iluminar aquello en lo que están trabajando.

Si alguien conduce sin carné, comete un delito. Si alguien extrae una muela sin ser dentista, comete un delito. Sin alguien expide medicinas sin ser farmacéutico, comete un delito.

En el carácter delictivo, o no, de un acto, es indiferente el medio por el cual el delincuente ejecute algunos de los pasos necesarios para cometerlo. Por ejemplo, si yo me anunciara como dentista pegando un cartel en la parada de autobús, y alguien acudiera a mí, y yo le sacara la muela, estaría cometiendo un delito. Si me anunciara en muchosanuncios.com, y alguien contactara conmigo y le sacara la muela, también sería delito. Y si desarrollara una App, para que todo el que se quisiera sacar una muela contactara conmigo, el acto de sacar la muela sin ser dentista, también sería delito. Cartelito de papel, anuncio en internet o App, todos esos medios serian elementos auxiliares en la comisión de un delito. No es necesario regular todas las maneras en las que delincuente, colaboradores necesarios y victimas coinciden. Basta con que esté regulado lo que es el delito, el acto delictivo. No hay vacío legal.

Cierto es que el hecho de que algo sea ilegal no implica su inmediata detención por la policía, pues ésta debe tener medios para efectuarla. Si los narcos tienen una lancha más rápida que la guardia civil, éstos no pueden detenerlos, aunque sea delito. En estos casos en los que los delincuentes tienen más medios que la policía, la solución no es legalizar el delito por no poder detenerse a los delincuentes. Imaginemos que los periódicos dijeran que “puesto que la Guardia Civil no es capaz de detener a los narcos del Estrecho, lo que hay que hacer es legalizar el narcotráfico, porque el narcotráfico es imparable, y ha venido aquí para quedarse”. Sería aberrante, y un escándalo, ¿verdad? En esos casos lo que hay que hacer es dotar de medios a la policía para que ejerza su labor, pero lo que nunca se debe hacer es legalizar el delito porque no pueda perseguirse.

Y eso es extensible a las Apps. Si alguien sacara una App llamada MyPaliza, y se usara para contactar con matones que le dieran una paliza a quien se le encargara, esa App sería ilegal, y sus delitos habría que perseguirlos. Habría que solicitar a los servidores de internet españoles que retiraran esa App de la descarga. Habría que detener como cómplices a todos los que se la hubieran instalado en su Smartphone. Etc. Justificar un delito, o invitar a la resignación porque se comete con la ayuda de una App es aberrante.

Y voy a explicar otra evidencia: A estas alturas, el Estado dispone de medios para intervenir las comunicaciones y el tránsito de datos por internet a un nivel bastante elevado. El Estado tiene la capacidad no sólo legal sino también tecnológica, para impedir que se ejecute en España ninguna App que ejerza una actividad ilegal. No existen las Apps imparables. Todas las Apps que operan en España son “parables” si algún juez o autoridad competente así lo dicta. Quienes dicen que Uber es una App imparable, o no tienen ni idea de cómo funciona internet, o ni idea de cómo funciona el Estado, o tratan de estafar a sus lectores.

Y también es aplicable a la ejecución física del acto. No deja de llamarme la atención que el hecho de que un conductor VTC ejerciendo de taxista no sea algo perseguido por ilegal. Medios para hacerlo los tienen el Estado y los grandes municipios. Si no se ha hecho no es porque no puedan. Es porque no han querido.

Apliquemos lo dicho hasta ahora, al tema en cuestión. Si una empresa posee licencias VTC, puede operar como VTC. No puede operar como taxi, pues es una cosa distinta, y esa cosa distinta es un monopolio regulado (no natural). Si lo hacen están cometiendo un delito, pues usar VTC como taxi es delito, independientemente de que cliente y VTC contacten con un anuncio en el periódico, en internet, o con una App.
 

REFLEXIONES.


Aclarados los conceptos básicos, hagamos algunas reflexionemos sobre el tema.
 

¿LIBERALIZAMOS EL TAXI?


 
Una vez que se sabe reconocer cual es la situación actual, entonces pueden plantearse cambios. El cambio que dice proponer Uber es liberalizar el sector del taxi. Esta es la pregunta del millón, y no voy a decir ni que sí ni que no. Voy a aclarar lo que implica esta pregunta, y lo que no implica.

Liberalizar totalmente el taxi sería permitir que cualquiera que tuviera coche, pudiera ejercer la actividad de taxista, exigiendo algunos requisitos adicionales (como comunicación de la actividad, o pago de una cuota o tasa). Pero tendría que ser eso, licencias de taxi distribuidas sin límite ni cuotas, no licencias de VTC. Si queremos liberalizar el taxi, tendrá que haber licencias de taxi fácilmente adquiribles por cualquiera. Liberalizar el taxi no es permitir que una licencia VTC haga de taxi, porque, recordemos, son cosas distintas.

De hacerse bien, tendría que hacerse, insisto, de manera que cualquiera pudiera operar como taxista fácilmente. Si un requisito leonino se cambia por otro requisito leonino, eso no es liberalizar. La liberalización implica no solo que el Estado renuncie a ejercer el monopolio, o a concederlo administrativamente. La liberalización implica que no debe haber obstáculos para que otros compitan.

Y en este momento es cuando hay que decir que tanto el taxi como las VTC son monopolios. Los taxis son monopolio regulado, en régimen de concesión municipal, y las VTC, en la actualidad y en España, son un monopolio encubierto.

Y esto es así porque en el momento actual, no hay licencias disponibles VTC por parte de la mayoría de CC.AA. Eso quiere decir que si por ejemplo usted desea unirse a la “liberalización”, y ejercer de VTC, no podrá, salvo que Uber o Cabify se lo permitan. Sí, ha leído bien. Usted no puede ejercer de VTC… salvo que encuentre alguien que le revenda una licencia. Y al parecer, da la casualidad de que esas licencias han sido adquiridas por “emprendedores”, que las ponen a disposición de Uber y Cabify, las cuales dicho sea paso también han adquirido una elevada cantidad. Y Uber y Cabify le ponen, como condición para que ejerza de VTC, que les pague una comisión por cada carrera.

Claro, para que esto sea rentable, a las VTC se les debe poder hacer de taxi, y es necesario que la policía no lo evite. A aquellos “emprendedores” a los que les parezca mal que la policía local detenga coches VTC haciendo de taxi, les diría que si tan poco les gusta la policía, pues que no la llamen si algún día una pandilla de canis le pega una paliza al lado del río. Y menos aún si para ello los canis han usado la App MyPaliza.

Que quede claro que si una empresa compra varias licencias, y decide publicitarse y gestionar sus clientes a través de una App, pues es su decisión y no me opongo a ello. Pero si todos los conductores VTC se ven obligados a usar esa App, entonces no hay un mercado libre, porque hay un agente único, en este caso el propietario de la App. Alguien puede pensar que sería un monopolio natural, un monopolio espermatozoide, sin competencia porque es muy complejo que ésta surja. Pero no es así. Su carácter de monopolio no viene dado por haber sido mejores o los primeros, sino porque hay un requisito administrativo (el otorgamiento de licencias VTC que no están disponibles), que hace imposible competir con ellos.

Tendríamos una situación en la que teóricamente cualquiera puede competir en el taxi, pero en la práctica, al no haber más licencias VTC disponibles, la única opción sería hacerse conductor de Uber, y que ellos impusieran sus condiciones. La única competencia sería entre conductores de Uber por ver cual de ellos es admitido como privilegiado rider de Uber.

Si acepta “competir” con este planteamiento, Uber fijará y fija las tarifas, lo que debe pagar como comisión, etc. Y si un dia un conductor deja de caerles bien a los de Uber, pues de la noche a la mañana le retirarán el alquiler de la licencia, y ya no podrá operar como conductor VTC. Y entonces su flamante coche de alta gama en el que invirtió tanto dinero para “emprender” y participar en la “liberalización del taxi”, tendrá que dejarlo aparcado. Y si decide “ponerse chulo”, y salir a la calle a recoger pasajeros, anunciándose en internet, cuando los potentes buscadores de la empresa matriz de Uber detecten su anuncio, podrán usarlo para denunciarlo a la policía. Y la policía lo detendrá, porque usted estará cometiendo un delito: el ejercer una actividad para la que no estaba habilitado por carecer de licencia. Y si su abogado defensor en el juicio alega que usted y su cliente se pusieron en contacto con un anuncio en internet, y su abogado usa como argumento para defenderle, que “ahí hay un vacío legal, porque los anuncios por internet son imparables”, el juez y el fiscal se reirán de usted en su cara, y lo condenarán implacablemente, porque los medios de que se ayude un delincuente nunca lo eximen del acto delictivo. Y al día siguiente, usted desayunará cabizbajo en el bar de enfrente, y leerá con otros ojos esos titulares de periódicos económicos a favor de la “liberalización imparable del taxi”, y quizá entienda que lo que se quería hacer no era tan bueno, pero ya será tarde: Usted estará arruinado.

Quienes apuestan por liberalizar el sector del taxi a efectos legales, deberían ser coherentes y apostar también por liberalizar el sector VTC a efectos prácticos. Es decir, deberían pedir que los ayuntamientos concedieran licencias de taxi con más abundancia, y pedir que las CC.AA otorgaran licencias de VTC también con mayor abundancia, para que no estén disponibles únicamente las que ya poseen las empresas mayoritarias. De esta manera se liberalizaría el sector taxi, y el VTC, ambos monopolios por motivos distintos.

Lo que sucede, en definitiva, es que lo que se pretende, no es liberalizar el sector. Lo que se persigue es trasladar el monopolio del taxi, a Uber. Pero con algunas salvedades. Principalmente, que este monopolio no estará obligado a cumplir con unos servicios mínimos. Olvídese de ir a casa de su hermana a impedir que su sobrino muera ahogado porque se ha atragantado con la uva, si a Uber no le resulta rentable.

Otra importante salvedad son los precios. Puede que ahora sea más económico Uber que un taxi, pero aquí invito a hacer un ejercicio de la memoria. ¿Recuerdan cuando empezaron a proliferar centros comerciales con multicines muy baratos, y la gente empezó a ir a ellos porque eran más baratos? ¿Recuerdan lo que empezó a suceder cuando los pequeños cines quebraron? Pues que los maravillosos centros comerciales subieron el precio de las entradas. Me aventuro a pensar que algo parecido sucederá aquí. Cuando todos los taxistas hayan quebrado, quizá Uber no sea tan barato. El alza de los precios de los monopolios sin regular, eso sí que puede ser imparable.

Como inconveniente adicional diré que aunque no lo hace ahora, Uber podría exigir a sus conductores que compraran coches de determinada marca, la cual le pagaría a Uber las pertinentes comisiones. Esto con el monopolio regulado del taxi no pasa. A los taxistas se les exigen cosas, pero no que compren coches de un determinado modelo.

 

LAS APPS Y LA ECONOMÍA REAL. EL PSEUDOPATRIOTISMO.


En general, hay que pensar, cuando se toma una decisión de calado, estratégica, en cuáles son las implicaciones en todo el ciclo de la misma.

Los taxistas pueden caer mejor o peor. Y lo mismo se puede decir de los conductores VTC que operan aquí. Dejando de lado los argumentos a favor y en contra de cada uno de ambos colectivos, lo que está claro es que son personas que tienen que desayunar bollos, almorzar garbanzos, comprarse camisas y tomarse una cerveza de vez en cuando con los amigos. Todos esos gastos son gastos que se producen a nivel local, y generan movimiento de la economía a nivel local. Son atendidos por camareros, cocineras, dependientes locales. Eso quiere decir que, de cada cien euros que un ciudadano se gaste en transporte, si esos cien euros se los gasta en un taxi, o en una empresa VTC radicada íntegramente en España, esos cien euros vuelven a la economía nacional. Por el contrario, si esos cien euros se los gasta en transportes vía Uber, una parte de ese dinero (desconozco la cuantía exacta, pongamos veinte euros) sale de España y va a las cuentas de la empresa propietaria, que está ubicada en EE.UU, (el país que con tan malas artes trató a España en la guerra de Cuba, si usted se considera patriota, por favor tenga esto en mente). Ese dinero ya no vuelve. En relación con esto, me producen arcadas aquellos politicuchos que, cuando tienen que elegir entre un sector económico de trabajadores españoles, y una multinacional extractiva procedente de EE.UU, se ponen de parte de la multinacional yanqui. Se ponen en contra de los trabajadores españoles que se van a quedar en el paro. 
 

LLEVAR EN EL PECADO LA PENITENCIA.


Por todo lo que han leído hasta ahora, puede que piensen que el que esto suscribe “está a favor del taxi”, pero no es así. Estoy, como he dicho en la introducción, a favor de la lógica y en contra de las falacias, y no soy de bandos. Y para demostrarlo, quiero explicar por qué los taxistas llevan, en el pecado, la penitencia. Para ello tendré que retroceder en el tiempo. Hasta 2011 concretamente. El año en el que surgió el movimiento 15M. Esto es otro tema en el que habría mucho que hablar, pero resumidamente, y quien diga lo contrario miente, el 15M surgió como un movimiento integrador para luchar contra una serie de problemas que afectaban a la inmensa mayoría de la gente: La corrupción política, la reclamación del dinero que nos quitaron para regalárselo a los bancos, y otros más. No era un movimiento de los problemas específicos de las feministas, ni de los problemas específicos de los homosexuales, ni de los catalanes. Tampoco era un festival de batucadas. No era de los problemas específicos de los veganos ni de los hortelanos de Albacete. Era un movimiento que integraba la problemática básica de la inmensa mayoría de la ciudadanía española. Fue un movimiento que se oponía a la brecha de clases, al techo de cristal que impide que nadie de la clase baja pueda llegar a ser consejero del Ibex, pues estos puestos están reservados para personas mayoritariamente hombres y unánimemente de clase alta.

El 15M no fue un movimiento para exigir paguitas a los que en él participaron (salvo que se llame paguita pedir que te devuelvan lo que te han quitado).

Sin embargo, por culpa de la propaganda castuza neofeudal, mucha gente sí que empezó a mirar este movimiento con malos ojos. Empezaron a ser considerados como unos venezolanos que, con la colaboración de Corea del Norte, pretendían establecer una dictadura comunista (y por lo tanto atea), pero simultáneamente islamista iraní (ejem…).

La casta ganó, y el 15M desapareció. El calificativo más suave que se le puede dar al que piense, a estas alturas, que Podemos es heredero del 15 M, es que es un pardillo.

Ahora ya no hay movimiento de reivindicación integrador, de trabajadores, de los de abajo para defenderse de los de arriba. Ahora ya cada uno va por su cuenta. Las limpiadoras y los electricistas ya no van juntos para protestar contra los sueldos de los consejeros y las consejeras del Ibex. Ahora las limpiadoras se manifiestan para que les suban el sueldo a las consejeras del Ibex, aunque el techo de cristal para las personas de clase baja sigue existiendo.

¿Y qué tiene que ver el taxi con todo esto? Pues que posiblemente sea el sector español que más se opuso al movimiento 15M. Nunca, en el tiempo que duró el movimiento, pude ver ningún taxista apoyándolo. En el 15M hubo gente católica (que lo sepan quienes dicen que era un movimiento comunista y ateo de quemaiglesias), hubo empresarios de sectores productivos de cierto calado, profesionales liberales, e incluso policías. Pero taxistas, que yo sepa, ni uno. Era pasar en aquellos días junto a una parada de taxis, y escuchar a los taxistas, con la radio sintonizada en determinadas emisoras neocon, criticar a los hippies perroflautas que querían su paguita. Taxistas, periódicos y televisiones castuzas, unos menos y otros más, pusieron su granito de arena para acabar con el 15M. Dice una maldición china que “ojalá se cumpla lo que deseas”, y es perfectamente aplicable a los taxistas. Los taxistas desearon que el 15M acabara, y el 15M acabó. Pues bien, señores taxistas, esa es vuestra recompensa: una sociedad civil desarticulada en la protesta. Una sociedad que cree lo que dicen los periódicos y las emisoras libegales de radio. Ustedes contribuyeron a eso. Cuando alguien montaba en un taxi y tenía dudas de si el 15M tenía razón o no, ustedes le decían “la radio lo ha dicho bien claro, ¿Es que no la escucha? Esos quieren su paguita”. Y esa persona se bajaba del taxi pensando “que razón tenía el taxista. Menos mal que esa emisora de radio informa tan bien. A partir de ahora, cuando tenga dudas en algún asunto, la sintonizaré, y opinaré lo que diga esa emisora”. Y ahora esa emisora opina que hay que “liberalizar el sector del taxi”. Y está en contra de ustedes, y a favor de Uber. Quizá lo mínimo que deberían hacer es dejar de escuchar esas emisoras que están a favor de Uber, ¿no? Y lo mismo es aplicable a los medios impresos. Los mismos periódicos que criticaron el 15M, afirmando que lo que querían eran privilegios, ahora critican a los taxistas. Los taxistas que entonces le daban la razón a esos periódicos, y decían “es verdad, que poca vergüenza, pedir privilegios y paguitas”, sin pararse a pensar que, quizá, los periódicos mentían, ahora ven como la ciudadanía se les pone en contra. Y los ciudadanos se ponen en contra de los taxistas, entre otros motivos, por lo que dicen esos periódicos. Ahora los taxistas dicen “los periódicos mienten”, pero cuando en el 15M le tratabas de explicar a un taxista que los periódicos mentían acerca del 15M, te miraban con desprecio pensando “otro que quiere su paguita”.
 

Otro pecado de los taxistas ha sido identificar a los conductores VTC como sus enemigos, cuando ellos también son víctimas. Y digo esto porque Uber y Cabify exigen que los vehículos que operan con ellos sean de alta gama. La inversión en el coche la hace el conductor, no estas empresas. El conductor o emprendedor empoderado se gasta sus ahorros, paga el seguro, el combustible, la tintorería del traje de chaqueta y todos los gastos. El conductor VTC empoderado, el rider del coche de alta gama asume el riesgo de que pueda hacer suficientes carreras como para cubrir gastos y poder vivir, pero Uber y Cabify no asumen ese riesgo. Estas empresas se limitan a cobrar sí o sí con cada carrera.

La inversión para el conductor de Uber puede no ser rentable, y de hecho es difícil que lo sea. Pensemos que, por regla general, los taxistas no son millonarios (salvo aquellos que poseen varias licencias y las alquilan, pero este es otro subtema). Todos tenemos algún vecino taxista que vive en un piso normal y lleva una vida normal. Pues bien, los coches VTC suelen ser de gama más alta que los taxis, es decir, tienen un coste inicial mayor, y un mantenimiento más costoso. Hacen menos carreras, pues pese a la propaganda, la gente (de momento) usa más el taxi que los VTC. El precio final es menor que el del taxi, y lo hacen así para ganar cuota de mercado. Y del importe de la carrera, una parte se la queda Uber. En consecuencia, veo difícil que pueda ser rentables.

Y si acaso en el presente fueran rentables, en el futuro lo veo más difícil. Las licencias municipales de taxi se conceden con cuentagotas, con sus ventajas y sus inconvenientes. Las ventajas para los taxistas es que la demanda de taxi se reparte entre no demasiados taxistas, que de esta manera pueden ganar para vivir.

Por el contrario, apostando por el modelo de cederle a Uber de manera encubierta el monopolio, Uber puede alquilar más o menos licencias de las que ya tiene. Tiene muchas en reserva con las que no está operando. Si Uber quiere, puede aceptar a más conductores en su seno, porque eso no le supone ningún coste adicional.

Las Apps ganan si o si. Cuando un conductor VTC se arruina, se arruina sólo él. Cuando un conductor VTC se sale de una App imparable porque se da cuenta de que no le conviene, la empresa propietaria de la licencia VTC la pone disponible para otro emprendedor, para otro rider de gama alta. Es decir, otro desempleado desesperado que se gasta el dinero del finiquito de su último trabajo en comprarse un coche de alta gama para “competir en el sector del taxi liberalizado”. Ese nuevo conductor VTC hará las carreras que ya no hará el arruinado y escarmentado anterior, y ese nuevo conductor pagará a Uber las comisiones que ésta dicta… hasta que se arruine. Y entonces Uber le quitará la cesión de la licencia, y se la dará a otro emprendedor. Uber nunca dejará de ganar, y cada rider de alta gama se convierte en una cáscara de limón a la que se le ha sacado todo el jugo posible.

¿Saben lo que nunca sucederá? que todos los conductores arruinados constituyan una cooperativa VTC, por varios motivos, principalmente dos: No podrían comprar las licencias VTC que necesitarán, para su sorpresa por tratarse de un sector “liberalizado”. Y además, si fueran demasiado insistentes (por ejemplo haciendo una acampada en una plaza) en solicitar que se concedieran más licencias, ciertos periódicos alertarían que tras las cooperativas de exconductores VTC que operaban con Uber se oculta un intento de golpe de Estado. Se ha detectado que reciben dinero de Venezuela. Es necesario limitar las licencias VTC pues si no, las empresas que operan se irían a otra parte. Los cooperativistas VTC lo que quieren es una paguita. Etc.

Para solucionar el problema, lo primero es identificarlo correctamente. Es un problema de lucha de clases, en la que la clase baja (taxistas, conductores de Uber y clientes) están siendo, digámoslo suavemente, maltratados por las administraciones públicas y por Uber. El enemigo de los taxistas es Uber como empresa, no los conductores de Uber, que son víctimas colaterales de toda esta estafa.

Hay otro hecho en toda esta historia, y es que la limitación de las licencias VTC fue realizada a raíz de las protestas de los taxistas, en las que pedían que se limitara el número de estas licencias, en lugar de pedir que se impide a los VTC hacer de taxi. Imaginemos que se ponen los dueños de zapaterías a distribuir antibióticos, y los farmacéuticos le piden al gobierno que limite el número de zapaterías para así reducir el impacto de la competencia ilegal. No tendría sentido. Pues eso es lo que hicieron los taxistas. Se la colaron bien colada, y eso no lo van a reconocer. No me imagino al sector del taxi diciendo “nos equivocamos, no era esto lo que queríamos, nos engañaron”. Si anteponen el orgullo al mantenimiento del orden jurídico del sector, posiblemente lo que consigan sea mantener el orgullo, pero el orden jurídico del sector se venga abajo. Que de hecho ya está pasando, vaya. Pero nada, antepongamos el orgullo, y sobre todo sigamos viendo el enemigo en el conductor de VTC, no en una multinacional yanqui.

No quiero dejar de mencionar a las empresas VTC tradicionales de toda la vida. Que se sepa, no han cometido ningún delito pues no han actuado como taxis, sino como VTC, lo cual es legal en su ámbito. Puede que esas empresas no sean tan innovadoras como Uber desde luego. Son más primitivas. En las pleistocénicas empresas tradicionales de VTC llamas con tu Smartphone, y le indicas al operario que esté atendiendo las llamadas que vas a necesitar un VTC para determinada hora, de determinado día del año, en un cierto sitio. El operario te dice el coste, y si te parece bien confirmas la petición, y si no, la rechazas. Este anquilosado y obsoleto procedimiento palidece frente a la alta tecnología futurista de Uber. Con Uber, a través de la App instalada en tu Smartphone, abres en la App la solicitud de un VTC para determinada hora, de determinado día del año, en un cierto sitio. La App te dice el coste, y si te parece bien confirmas la petición, y si no, la rechazas. Si el lector compara lo que hacen las empresas VTC tradicionales con lo que hace Uber, es evidente que Uber es un avance tecnológico revolucionario de gran calado que no podemos perdernos, pues supondría volver a la Edad de Piedra. Es un avance superior a la invención del fuego, de la escritura, y de la penicilina. Y como ventaja adicional, Uber te exige tener un Smartphone con tarifa de datos, mientras que con una VTC tradicional puedes pedirla con un teléfono doméstico de consola, o un móvil en el que no tengas tarifa de datos.

Ironías aparte, lo que está claro es que Uber no cubre ninguna necesidad que no estuviera cubierta por las VTC de toda la vida, y lo que también está claro es que las malas explicaciones de los taxistas respecto al VTC han salpicado a aquellas empresas VTC que siempre han hecho bien su labor, y ahora parecen ser malvados cómplices de su ruina, cuando no tienen culpa de nada. Y aquí mi posicionamiento sí que es totalmente claro. Estoy a favor de las VTC tradicionales, que operan como VTC y no como taxis, y que están al margen de Uber. Cualquiera que de una u otra manera las haya atacado, lo ha hecho de manera injusta.
 

RESUMEN


·         El sector del taxi y el de las VTC son distintos, y es ilegal que uno opere como el otro, aunque tengan elementos en común.

·         Tanto el sector del taxi como las VTC son monopolios. El taxi es un monopolio regulado, y las VTC son un monopolio encubierto controlado por Uber y Cabify en su mayoría.

·         Como monopolio regulado, el sector del taxi está obligado a cubrir unos servicios mínimos. El VTC no.

·         Los delitos hay que perseguirlos independientemente de que se comentan usando como elementos auxiliares una navaja, un anuncio en papel, en internet, o una App.

·         La policía tiene medios para incautar navajas, y eliminar anuncios en papel, en internet, o Apps delictivas. No existen las Apps imparables. Es un mantra falso. El Estado tiene medios para impedir que una App sea operativa en territorio nacional. Si no se ha perseguido es porque no se ha querido.

·         La aplicación Uber no aporta ninguna funcionalidad que no aportaran las centralitas de las empresas VTC tradicionales.

·         La eliminación de monopolios a precio tasado pueden suponer una rebaja en los precios, pero también un alza desmedida. Uber es más barato hoy, pero puede ser más caro mañana.

·         Los taxistas suelen ser españoles. Uber es una multinacional yanqui. Cada carrera que se hace con Uber extrae dinero de la patria. Quienes presumen de ser patriotas y apoyan a Uber son unos cínicos.

·         Si se quiere liberalizar el taxi, habrá que permitir que cualquiera pueda hacer de taxista. Crear las condiciones para traspasar directamente el monopolio a Uber no es liberalizar.

·         Quienes se creyeran a pies juntillas lo que decían ciertos periódicos y ciertas emisoras acerca del 15M, y ahora les parezca que esas emisoras y periódicos, en este caso y sólo en este caso, están muy equivocados, deberían hacérselo mirar. Va por vosotros, taxistas.

·         El enemigo de los taxistas no son los conductores de Uber y Cabify. Son las empresas Uber y Cabify como sociedades anónimas. Tampoco son enemigos del taxi las empresas VTC tradicionales que han operado con honradez.